Puede que resulte rara la expresión y, por su puesto, inusual. La misma palabrita ordinario nos habla de lo cotidiano, algo por lo cual nadie se felicita. Sin embargo, este tiempo es una oportunidad que no deberíamos perder:
• Porque se nos invita a vivir la presencia fiel del Señor Resucitado en medio de la comunidad. Él lo ha dicho y lo cumple: Yo estoy con ustedes todos los días (Mt 28,20)
• Porque el centro de gravedad de este tiempo es el domingo, el día del Señor. Pero también día de la familia, del descanso, del encuentro que nos renueva y nos llena de vida para enfrentar la semana… y deberíamos recuperarlo.
• Porque es ahí, en lo ordinario, en la vida diaria, donde el Espíritu Santo nos envía a transformar nuestro mundo, a hacerlo más humano y más divino, más como Jesús.
• Porque es también en lo cotidiano donde Dios se nos manifiesta y conviene tener cada día los ojos bien abiertos para saberlo reconocer, escuchar y servir en cada persona y en cada acontecimiento por “ordinario” que pueda parecer.
• Porque sería un error dejar la responsabilidad de ser felices y hacer felices a los demás para los tiempos festivos de Navidad y Pascua y pasarla por alto las 33 semanas de tiempo ordinario.
• Porque la Santidad se conquista y se acoge como don en la vida diaria. Porque es haciendo lo ordinario, lo de todos los días con amor y alegría como llegamos al cielo, o mejor hacemos de esta tierra- que tanto lo necesita- un verdadero cielo.
Así que ¡Feliz tiempo ordinario! Con cariño para ti y para todos los que amas.