LITURGIA
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- Escrito por Hermano Javier Anso, sm
- Categoría: Liturgia
- Publicado el 06 Mayo 2016
La Palabra del Señor del día de hoy nos llena de valor y de alegría. Como Pablo, nosotros también escuchamos que se nos dice: “No tengas miedo. Habla y no calles, porque yo estoy contigo” (He 18,9-10). El texto del Evangelio nos anuncia, además, que nuestra tristeza se transformará en alegría, y en una alegría que nadie nos podrá quitar.
¿Cómo es eso posible si en nuestra vida experimentamos tantas dificultades, persecuciones y tristezas? Solo podremos alcanzar esa alegría que no acaba si unimos nuestra vida a la de Jesús” que tenía que morir y resucitar de entre los muertos, para entrar así en su gloria”, como nos recuerda la Aclamación antes del Evangelio.
Nuestra alegría tiene un nombre: Jesús de Nazaret. “Ustedes están ahora tristes, pero yo los volveré a ver, se alegrará su corazón y nadie podrá quitarles su alegría”(Jn 16, 20-23).
Francisco, en su Encíclica “Evangelii Gaudium” lo recordaba: “La alegría del Evangelio llena el corazón y la vida entera de los que se encuentran con Jesús. Quienes se dejan salvar por Él son liberados del pecado, de la tristeza, del vacío interior, del aislamiento. Con Jesucristo siempre nace y renace la alegría” (EG 1).
¡Ven Espíritu Santo, que la Iglesia te necesita para anunciar el Evangelio sin temor y con alegría!
¡creo en Jesús! ¡creo en Jesús!
Él es mi amigo, es mi alegría,
Él es mi amor!
¡creo en jesús, creo en jesús,
Él es mi salvador!
ORACIÓN DE LA MAÑANA
Señor,
en el silencio de este día que nace,
vengo a pedirte paz, sabiduría y fortaleza.
Hoy quiero mirar el mundo
con ojos llenos de amor;
ser paciente, comprensivo, humilde,
suave y bueno.
Ver detrás de las apariencias a tus hijos
como los ves tú mismo,
para así apreciar la bondad de cada uno.
Cierra mis oídos a toda murmuración,
guarda mi lengua de toda maledicencia,
que solo los pensamientos que bendigan permanezcan en mí.
Quiero ser tan bien intencionado y justo
que todos los que se acerquen a mí
sientan tu presencia.
Revísteme de tu bondad, Señor,
y haz que durante este día yo te refleje.
Ignacio Larrañaga
Por: Hermano Javier Anso, sm