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- Escrito por Neidys Hernández Ávila
- Categoría: NOTICIAS
- Publicado el 15 Febrero 2016
Camaguey, 15 feb.- Esta frase de san Pablo presidió la formación para los líderes y animadores de casas de misión de la arquidiócesis de Camagüey. Durante los días 12, 13 y 14 de febrero, en la Casa Diocesana La Merced se dieron cita setenta y cinco laicos, junto a Sor Juliana Núñez Acosta, Hermana Misionera del Corazón de Jesús y responsable de pastoral de misión, para que el Hno. Carlos Lavín, marista de misión en la diócesis de Cienfuegos, impartiera esta formación Los hechos de los apóstoles y las pequeñas comunidades.
Misioneros de Las Piedras y La Alianza, en la Parroquia de Nuevitas; de El Trece, La Tomatera, Las Parras, San Diego, Otero y Asilo 5, en la Parroquia de Florida; La Norma y Gunag Tree, de la Parroquia de La Caridad en la ciudad; de Sibanicú; de Finca Habana, Las Clavellinas, Timbalito y La Guernica, de la Parroquia de San José en la ciudad; Flor de Mayo, La Jagua, Santa Martha y Macareño, en la Parroquia de Santa Cruz del Sur; de Najasa; Minas; Cuasiparroquias de La Merced y San Lázaro; y Parroquias de Céspedes y Vertientes.
Todos con el ánimo de profundizar en las verdades de la fe, partiendo del Libro de los Hechos de los Apóstoles, pasando por: las cinco etapas de la Primitiva Iglesia, comunidades organizadas y sinfónicas; los cuatro pilares de la comunidad; las pequeñas comunidades aurora de un nuevo modo de ser Iglesia; la Parroquia comunidad de comunidades; Pablo misionero de la primera hora; etapas de crecimiento de la casa misión; dificultades y pistas de superación; la primitiva Iglesia y las primeras comunidades; Iglesia y comunidades perseguidas, resucitadas y consoladas. Estos temas unidos a oraciones, dinámicas y una noche cultural donde rieron, cantaron y bailaron, hicieron de esta formación misionera una convivencia fraterna entre hermanos.
En la Eucaristía dominical, compartida con la comunidad de La Merced, el P. Fray Marcos Saavedra, mercedario, animó a los presentes a seguir a Cristo y anunciar su Palabra con firmeza, alegría y sin miedo.
Al concluir, le dieron gracias a Dios por estos días vividos, al Hno. Carlos que tuvo la paciencia de transmitir sus conocimientos con amor, a Mons. Juan García y al P. Castor Álvarez, que nos acompañaron en la oración, a la comisión de misiones de la Arquidiócesis y muy especialmente a las organizaciones que nos ayudan a financiar estos eventos que nutren el espíritu y animan a llevar la Buena Nueva a todos los rincones de nuestra querida patria.
El Hno. Carlos nos aconsejaba, al igual que el Romero, tener la mirada a lo lejos, el oído atento y el pié ligero para el trabajo misionero y a ser testigos de la frase de san pablo: Para mí la vida es Cristo.