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Camagüey, 8 mar.- Con la celebración de la eucaristía, el 8 de marzo, se festejó a San Juan de Dios en nuestra arquidiócesis de Camagüey.
El pequeño templo dedicado a este santo y que además guarda las cenizas del Beato Olallo Valdés, inició la celebración a las 5:00 p.m. con más de doscientos fieles, presidida por el P. Osvaldo Cambra y concelebrada por los sacerdotes diocesanos: Ignacio Zaldumbide, Bladimir Navarro, Carlos Juan Himeliz, José Sarduy, José Gabriel Bastián y Raúl Fernández; además del salesiano P. Miguel Ángel Fernández.

Comenzó con las palabras del P. Cambra, que significó que habíamos recibido tres regalos de parte de Dios en este día. El primero es el regalo de una nueva orden de religiosas que se ha hecho presente en nuestras tierras camagüeyanos, pertenecientes a la orden de la merced y que no podía pasar por alto este día para presentarlas “en sociedad”.
El Diácono Fernando Gálvez hizo las presentaciones de las tres hermanas mercedarias de diferentes congregaciones: Sor Ivanilde Rodríguez, de la congregación de hermanas mercedarias misioneras de Brasil, Sor Ramona Aguilar, mercedaria del Niño Jesús de Argentina y Sor Fabiola Jakiwara, peruana, mercedaria de la Caridad. También de lo agradecido que está a Dios la parroquia de Guáimaro y la alegría que manifiestan a las hermanas.
Continúa el P. Cambra diciendo que el segundo regalo es la próxima ordenación del Diácono Fernando, el 18 de julio. Y el tercer regalo el de esta fiesta maravillosa de San Juan de Dios, bendecida por el Señor.
Seguidamente el Hno. César Sánchez, OH, hizo una breve sinopsis de la vida de San Juan de Dios, cómo fue acusado de loco después de recibir el llamado del Señor y comenzó su labor con un pequeño hospitalito y hoy esta orden está en los cinco continentes. Además que es patrono de los enfermos, enfermeros y del Cuerpo de Bomberos de España.
Las lecturas del Profeta Isaías, el salmo “Dichoso quien teme al Señor” y la primera carta de San Juan, fueron la antesala del Evangelio de San Lucas con la parábola del buen Samaritano, proclamada por el P. Ignacio. Su homilía estuvo enfocada hacia la obra de misericordia que practicó el santo que celebramos este día y la continuidad de su labor en la orden hospitalaria que está presente en Cuba y especialmente en Camagüey con los hermanos César y Francisco.
En su reflexión el P. Ignacio recordó que el siglo XVIII español estuvo lleno de cristianos santos, como Santa Teresa, San Francisco Javier, San Ignacio de Loyola y San Juan de Dios; que a pesar de ser portugués desarrolla gran parte de su vida en España. Lo clasifica cono un santo “turbulento” por su carácter fuerte que lo lleva a sorprenderse con todo y hace cosas inesperadas. Cambia varias veces de oficio (pastor, militar, etc.), pero no encuentra dónde volcar sus fuerzas. En una oportunidad escucha hablar a San Juan de Ávila y siente que su vida se estremece y hace un cambio radical, tan fuerte que comienza a gritar por las calles para que las personas cambien su vida y se conviertan al cristianismo. Es aquí donde lo tildan de loco y es internado en un manicomio, pero descubre que Dios lo llama a volcarse en una obra de misericordia. Gracias a la Providencia Divina logra salir del manicomio y empezar a recoger enfermos, desamparados y dementes; es así como inicia esta obra, como un grano de arena, hasta hacerse tan grande como es hoy.
Prosigue diciendo que hace poco tuvo la suerte de estar en Graná, como le dicen los andaluces a Granada, y estuvo en el gran hospital que es hoy aquel pequeño centro fundado por el santo que se recuerda en esta celebración. Recuerda que el Beato Olallo, cubano que desarrolló su labor en Camagüey y en este mismo hospital, perteneció a esta orden y hoy es un orgullo para nosotros.
Nos dice el P. Ignacio que ternura, cercanía, buen trato a los enfermos, de ese loco, hombre impredecible, turbulento, nace esta obra inmensa que va expandiendo la misericordia de Dios.
Por último en su homilía supone al Papa Francisco, en la génesis de la Bula Misericordiae Vultus, leyendo el pasaje de la Biblia de hoy sobre el profeta Isaías. Nos dice que no queremos una granada de guerra, sino la granada de la Orden Hospitalariaque surgió en Granada, una granada que explota y expande obras de misericordia.
Prosiguió la eucaristía animada por los cantos del grupo musical de jóvenes mercedarios “Nueva Generación”, que en acción de gracias tocaron “Vaso nuevo” y todos los presentes cantaron emocionados.
Al concluir, el P. Cambra recordó a los hermanos de la Orden Hospitalaria que estuvieron recientemente en Arquidiócesis y que hoy no están entre nosotros, como el Hno. Vicente, hoy en el Cielo; loshermanos Ramón y Manuel que hoy están trabajando en España; a todos los recuerdan con cariño y agradecimientos aquí. Dio las gracias de parte de los atendidos en el Hogar Padre Olallo y a sus hermanos sacerdotes que estuvieron presentes. Recordó a todos que “amor con amor se paga” y nos dio la bendición.
La celebración concluyó con el canto de alabanza a Dios y la alegría de que hasta aquí, en Camagüey, hayan caído pedazos de la granada de misericordia que hizo explotar el “turbulento” hermano San Juan de Dios.

Por: Neidys Hernández Ávila
Fotos: Gioberti Jiménez González

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