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- Escrito por Arzobispado de Camagüey
- Categoría: PORTADA
- Publicado el 21 Mayo 2023
Domingo, 14 de mayo de 2023. 09:00 a.m.
(Día de las Madres)
¡Muy buenos días a todos y feliz Día de las Madres! Comenzamos haciendo sobre nuestro cuerpo la señal de los cristianos: En el nombre de Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. AMÉN. Que la gracia y la paz de Jesucristo, nacido de una mujer, estén hoy y siempre con todos ustedes. Y CON TU ESPÍRITU. Saludémonos unos a otros con las mismas palabras con las que se saludaban los primeros cristianos después de la Resurrección del Señor:
¡CRISTO HA RESUCITADO! ¡VERDADERAMENTE HA RESUCITADO!
Queridos oyentes: Por supuesto que hoy es un día muy especial: Celebramos el Día de las Madres. Es verdad que no todos somos madres, pero todos sí somos hijos. Y debemos, por tanto, ser agradecidos, porque la mayor acusación que se le puede hacer a un hijo es llamarlo ingrato, o sea, que no agradece.Alabanza, pues, a nuestra Madre del Cielo, la Virgen María, Madre de Jesús. Ella, como toda madre, vela, protege, cuida, intercede por sus hijos.Una mirada de agradecimiento también a nuestra otra madre, la Iglesia, de la cual formamos parte y en la cual quisiéramos morir. A la Iglesia, como a toda madre, le corresponde dar vida, alimento, consejo y consuelo a sus hijos.La patria también es madre de todos los que hemos nacido bajo este cielo, y por ella igualmente hoy rezamos.Y, por supuesto, rezamos especialmente por nuestras madres de la tierra, las que viven y las que ya no contemplan la luz de este mundo. ¡Tanto tenemos que agradecerles a ellas! Si nosotros hoy vivimos, no es sólo porque Dios lo quiso, sino porque nuestra madre también lo quiso. ¡Era tan fácil haber evitado que naciéramos…!
Con este canto tan conocido empecemos a rendir homenaje agradecido a las Madres en su día.
Queridos oyentes: Me alegra tener hoy junto al micrófono a una mujer que no es madre biológica de ningún hijo pero que probablemente tiene más hijos que muchas madres. Estoy hablando de una monja, Sor Isabel de Armas, religiosa cubana perteneciente a la Comunidad de las Hermanas del Cardenal Sancha que trabajan en la ciudad de Camagüey y en Nuevitas. A ella la felicito en nombre de todos porque hoy también es su día.
Queridos todos: La Biblia está llena de historias de mujeres extraordinarias. Una de ellas fue la madre de los hermanos Macabeos, que en tiempos de una persecución a las personas religiosas, vio morir uno a uno a sus siete hijos mientras los animaba a no traicionar su fe. Ella nos trae a la memoria a nuestra cubanísima Mariana Grajales y sus hijos. Quiero pedirle a la Hermana Isabel que nos lea este episodio que nos narra la Biblia. Escuchemos con atención.
LECTURA DEL SEGUNDO LIBRO DE LOS MACABEOS,
capítulo 7, versículos del 20 al 23 y del 27 al 29
“Por encima de todo se debe admirar y recordar a la madre de ellos, que vio morir a sus siete hijos en el espacio de un día. Lo soportó, sin embargo, incluso con alegría, por la esperanza que ponía en el Señor. Llena de nobles sentimientos animaba a cada uno de ellos en el idioma de sus padres. Estimulando con ardor varonil sus reflexiones de mujer les decía: ‘No me explico cómo nacieron en mí, No fui yo quien les dio el aliento y la vida. No fui yo la que ordenó los elementos de su cuerpo. Por eso, el Creador del mundo, el inventor de la naturaleza, por cuya obra se forma el hombre al nacer, él les devolverá en su misericordia el aliento y la vida.’
Inclinándose sobre el hijo menor le dijo en su lengua patria: ‘Hijo mío, ten compasión de mí, que durante nueve meses te llevé en mi seno y te he amamantado durante tres años, te crié y te eduqué hasta el día de hoy. Te pido, hijo mío, que mirando al cielo y a la tierra y a cuanto hay en ella, conozcas que de la nada hizo Dios todo esto, y también el género humano fue hecho así. No temas a ese verdugo, sino que, haciéndote digno de tus hermanos, recibe la muerte, para que vuelva yo a encontrarte con tus hermanos en el tiempo de la misericordia’.
PALABRA DE DIOS. TE ALABAMOS, SEÑOR
Queridos oyentes: José Martí escribió: “Toda madre debiera llamarse maravilla”. Y en eso todos estamos de acuerdo. El amor de una madre no busca su propio interés, no es un amor por conveniencia, ni espera nada a cambio; el amor de una madre no es el amor de un día, y ya; el amor de una madre sabe sufrir y respetar las decisiones de los hijos y sabe perdonar una y otra vez; el amor de una madre deja libre a quien ama, y no lo esclaviza.
Las madres sufren más de lo que uno se imagina o puede ver. A ellas les ha tocado en momentos difíciles inventar qué cocinar, hacer jabones a partir del maguey, resolver con qué combustible cocinar, estirar el pedacito de carne para que dé más comidas, virar los cuellos rotos de las camisas para que puedan durar un poco más, remendar una y otra vez los pantalones de sus hijos, gastarse la vista tejiendo medias y abrigos para sus hijos, etc. Y ellas, tal vez, queriendo pintarse las uñas o teñirse las canas… y no tener tiempo ni dinero para poder hacerlo…
Queridos hijos e hijas: En un día como hoy, los sentimientos en muchos de los que me escuchan puede que sean distintos.
· Quizás para algunos de ustedes éste es el primer Día de las Madres sin la compañía de su mamá, recién fallecida. Que les consuele recordar que no han quedado huérfanos porque Jesucristo, desde la cruz en que estaba clavado, en aquel primer Viernes Santo de la historia, nos dejó a su madre, la Virgen María, como madre nuestra.
· Quizás haya madres que no reciban hoy un abrazo de sus hijos porque éstos están lejos de casa, en otro país donde han decidido ir a vivir o trabajar.
· Pienso en el dolor que hoy sentirán en su corazón aquellas madres que pasarán este día extrañando muchísimo al hijo que falleció.
· También habrá hijos presos que hoy no podrán compartir el almuerzo con sus madres. Y ellas también los extrañarán a ellos.
· Puede que también éste sea el primer Día de las Madres para esa mujer que ha dado a luz recientemente y tiene a su criaturita cargada entre sus brazos.
Son sentimientos muy distintos, pero la oración por todas ellas es la misma.
· Vaya, pues, nuestra oración por las madres de muchos hijos que, a pesar de no tener mucho dinero, no tuvieron miedo en tenerlos, ¡y cuantos más mejor!… Ellas, como nuestras abuelas, se animaban diciendo aquello de que “todo hijo nace con un pan debajo del brazo”
· Nuestra oración por tantas mujeres, casadas o solteras, que no pudieron tener hijos, pero que se han portado como madres con mucha gente…
· Nuestra oración por las monjas, esas mujeres que renunciaron a ser madres de dos o tres o cinco hijos, para ser madres de muchísimos más: blancos, negros, niños, ancianos, enfermos del cuerpo o del alma, alcohólicos, santos y pecadores…
· Nuestra felicitación a todas aquellas mujeres que supieron vencer el qué dirán o los malos consejos de tanta gente y lograron tener su hijo a pesar de las muchas presiones que recibieron para que no lo tuvieran.
· Nuestra oración por las madres de niños con discapacidad. ¡Es muy grande el testimonio que nos dan de entereza, de paciencia, de cariño para con sus hijos! ¡Supe de una madre camagüeyana que, prácticamente, vivió en el hospital cuatro años al lado de la cama donde estaba su pequeña hija enferma!
· Nuestra oración admirada por esas madres ancianitas que se resisten a descansar y todavía barren el patio, sacan la basura, escogen el arroz, le echan comida a los animales, cuelan el café por la mañana y hasta cosen alguna ropita aunque alguien más joven tenga que pasarle el hilo a la aguja.
· Y, por supuesto, nuestra oración también por las madres difuntas. Todos los que hemos pasado por la muerte de la madre, sabemos que se trata del primer dolor que un hijo pasa sin la compañía de la madre. Recemos para que ellas descansen siempre en las manos paternales de Dios. Y que no olvidemos los buenos consejos que nos dieron e imitemos su ejemplo. Será una manera de mantenerlas vivas entre nosot
Los invito ahora a rezar con el salmo 139 de la Biblia. Con confianza digámosle al Señor una verdad que creemos diciéndole: TU ME MODELASTE, SEÑOR, DESDE EL SENO DE MI MADR
· Señor, tú me sondeas y me conoces, sabes cuándo me siento y cuándo me levanto; desde lejos conoces mis pensamientos. La palabra aún no está en mi lengua y ya tú, Señor, la conoces toda. TÚ ME MODELASTE...
· ¿A dónde podré ir yo lejos de tu espíritu? ¿A dónde podré huir yo lejos de tu rostro? Si subo a las alturas, allí estás tú. Si bajo a lo profundo, allí te encuentro. TÚ ME MODELASTE…
· Tú has formado mis entrañas, me modelaste desde el seno de mi madre. Conocías totalmente mi alma, y mis huesos no se te ocultaban cuando en la sombra yo era formado y tejido en las profundidades de la tierra. TÚ ME MODELASTE…
Queridos todos los que me escuchan: Permítanme unos consejos sacados de mi pobre experiencia personal y de mi trato con tantas personas.
· Pidámosle a Dios su ayuda para que nosotros, los hijos, amemos intensamente a nuestras madres, y que le demostremos cada día nuestro amor agradecido. ¡Sería terrible esperar a que se estén muriendo para entonces correr a tener gestos de cariño con ellas buscando, tal vez, que nuestras conciencias queden después tranquilas!
· Ojalá que desaparezcan del vocabulario cubano algunas frases que, lamentablemente, a veces se escuchan: “Mi madre me tiene hasta aquí… ya no la resisto…tengo que hacérselo todo… Pidámosle a Dios la paciencia necesaria para atender a nuestras madres ancianas, enfermas, con la mente débil… Paciencia que también ellas tuvieron con nosotros cuando éramos niños y no avisábamos a la hora de hacer nuestras necesidades… Y gritábamos cuando teníamos hambre…
· Y ojalá que también desaparezca una mala costumbre cubana que se ha abierto camino entre nosotros: en vez de felicitar a la embarazada que nos da la noticia de su embarazo, casi que la acusamos diciéndole: “Pero ¿tú estás loca?
Terminados estos consejos, le pedimos a la Hermana Isabelque, en nombre de todas las madres, haga esta bella oración por cada uno de sus hijos.
ORACIÓN DE UNA MADRE
Te doy gracias, Señor, por haberme dado la alegría de ser madre, confiándonos a mí y a mi esposo, el cuidado de nuestro hijo, en quien se refleja la luz de tu rostro por haberlo hecho hijo tuyo mediante el Bautismo. ¡Qué alegría ver una criatura en la cual se refleja y prolonga nuestra propia vida! ¡Qué alegría cuando veamos rezar a nuestro hijo, verlo crecer en edad, en bondad, en sabiduría y en hacer buenas obras! Él será nuestro consuelo cuando nos llegue la vejez. ¡Qué gozo poder dejar, detrás de nosotros dos, a otro hijo que te servirá, Señor, con su vida cristiana, que nos recordará con cariño y rezará por nosotros, su padre y su madre! ¡Gracias, Señor, por llenar nuestros corazones con el amor de una madre y un padre! Así todos reconocerán la grandeza de tu amor. AMÉN.
Vamos a presentar ahora nuestras peticiones. En cada una de ellas rezamos: ESCÚCHANOS, SEÑOR
· Por nuestra Santa Iglesia que es madre universal, y por todos sus hijos, los cristianos, para que alcancemos la salvación en su seno maternal, roguemos al Señor. ESCÚCHANOS, SEÑOR.
· Por las madres de nuestras comunidades, por las madres que están escuchando ahora este programa de radio, por las madres del mundo entero y por sus hijos, roguemos al Señor.
· Por las madres que perdieron a sus hijos, por las madres que lloran hoy su recuerdo, y por las que tienen a sus hijos presos, viajando o alejados, roguemos al Señor.
· Por las madres de nuestros sacerdotes, religiosos, religiosas y seminaristas, roguemos al Señor.
· Por las madres olvidadas, por las que hoy no recibirán el cariño de sus hijos, y por todas las madres difuntas que descansan para siempre en Dios, roguemos al Señor.
· Para que Dios bendiga a nuestras monjitas que renunciaron a la maternidad por el nombre del Señor para hacerse madres de muchos a los que aman como hijos, roguemos al Señor.
Oremos: Señor Jesús, te damos gracias por habernos dado una madre que nos hace conocer el amor que tú nos tienes. Tú que amaste tanto a tu Santísima Madre, concédenos amar siempre a nuestra Madre del Cielo y a nuestra madre de la tierra. Que sepamos ser hijos dignos de nuestras madres: imitarlas, obedecerlas, amarlas siempre. Y sentir por ellas una profunda gratitud. Enséñanos a ser como tú, hijos obedientes que honran cada día a sus madres con su buena conducta. Amén.
Pasemos ahora a contestar la pregunta que se nos hace hoy
Sé que la oración del Padrenuestro se la enseñó Jesucristo a sus apóstoles, pero quiero preguntar cómo surgió la oración del Avemaría.
Querido oyente: La oración del Ave María fue compuesta “a tres manos”. Las primeras palabras son las que le dijo el Ángel Gabriel a María y que nos dice el Evangelio:“Dios te salve, María, llena eres de gracia. El Señor es contigo”. Luego vienen las palabras que le dirigió Isabel a María cuando ésta la visitó y que también encontramos en el Evangelio: “Bendita tú eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre”. Finalmente, fue la Iglesiaquien añadió la oración donde le pedimos a la Virgen que “ruegue por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte”.
Comparto a todos que fue una monja colombiana que trabajó muchos años en Camagüey, Sor Celina Arango, quien me invitó a sacarle más provecho a la oración del Avemaría. Primeramente, me enseñó a añadir los nombres o situaciones por las que yo quería que la Virgen intercediera. Y que, entonces, en el momento de decir: “ruega por nosotros, pecadores” dijera aquello en lo que yo quería que la Virgen pusiera su mano. El Avemaría quedaba así: “Ruega por mi vecina Antonia… o por mi papá enfermo… o por el problema que tengo en mi trabajo… y continuaba con “y por nosotros, pecadores…”.
Y lo segundo que aprendí de Sor Celina fue valorar la expresión del Avemaría donde le pedimos a la Virgen que ruegue por nosotros, pecadores, en dos momentos: “ahora y en la hora de nuestra muerte”. Ella me decía que le pedíamos a la Virgen que estuviera a nuestro lado en el momento que llegue nuestra muerte. Y esa convicción nos debe dar tranquilidad. Nuestra Madre del cielo estará junto a nosotros en esa hora tan especial. Pero, me decía, también le pedimos que rece por nosotros “ahora”. Y “ahora” quiere decir: ahora, en este momento que voy por la carretera, ahora que no me siento bien, ahora que debo presentarme a un examen, ahora que mi matrimonio no anda bien, etc.
Los invito a aprovechar el momento para, como cada domingo, rezar la oración del Avemaría: DIOS TE SALVE, MARÍA…
Rezamos también la oración que el mismo Cristo nos enseñó, el Padrenuestro: PADRE NUESTRO…
Recibimos la bendición de Dios. Inclinamos nuestras cabezas. Que la bendición de Dios Todopoderoso: Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre todos ustedes, especialmente las madres, y los acompañe hoy y siempre. AMÉN.
Dios mediante, nos veremos el próximo domingo, a las 9 de la mañana, y por esta Emisora Provincial
¡CRISTO HA RESUCITADO! ¡VERDADERAMENTE HA RESUCITADO!
¡LES DESEO UNA BUENA SEMANA!