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- Escrito por Arzobispado de Camagüey
- Categoría: PORTADA
- Publicado el 20 Agosto 2023
Domingo, 20 de agosto de 2023. Escúchalo aquí
¡Muy buenos días a todos y feliz domingo! Es algo muy agradable para mí compartir los micrófonos con Silvia Fenollar, laica de la comunidad de La Catedral y Coordinadora del Centro de Formación Padre Ramón Clapers. A ella la llamo yo “la Madre Teresa de Calcuta camagüeyana” porque siempre está pendiente de los enfermos y necesitados y de cómo poder ayudarlos. Vamos a comenzar nuestro encuentro dominical haciendo la señal de la cruz: EN EL NOMBRE DEL PADRE, Y DEL HIJO, Y DEL ESPÍRITU SANTO. AMÉN. Que la alegría y la paz de nuestro Señor Jesucristo, el amor del Padre y la comunión del Espíritu Santo estén con todos ustedes. Y CON TU ESPÍRITU. Con el canto, damos gracias a nuestro Dios
Canto: Hoy, Señor, te damos gracias
Queridos hijos e hijas: El evangelio que vamos a escuchar ahora nos habla del encuentro de Jesús con una mujer extranjera, que no era del pueblo judío. Jesús va a pasar por encima de todas esas cosas que separan a las personas. Y no solo atenderá a lo que le pide, la sanación de su hija enferma, sino que la pondrá de ejemplo a los judíos cuando le dice: “Mujer, ¡qué grande es tu fe!”, Le pedimos a la buena Silvia que nos haga la lectura.
LECTURA DEL EVANGELIO SEGÚN SAN MATEO, capítulo 15, versículos del 21 al 28
“En aquel tiempo, Jesús se fue de allí y se retiró a la región de Tiro y Sidón. En esto, una mujer cananea procedente de aquellos lugares se puso a gritar: ¡Ten piedad de mí, Señor, Hijo de David; mi hija vive maltratada por un demonio!’. Jesús no le respondió nada. Pero sus discípulos se acercaron y le decían: ‘Atiéndela, porque viene gritando detrás de nosotros’. Él respondió: ‘Yo he sido enviado sólo a las ovejas perdidas del pueblo de Israel’. Pero ella fue, se arrodilló ante Jesús y le suplicó: ‘¡Señor, socórreme!’ Él respondió: ‘No está bien tomar el pan de los hijos para echárselo a los perritos’. Ella contestó: ‘Es cierto, Señor, pero también los perritos comen las migajas que caen de la mesa de sus amos’. Entonces Jesús le dijo: ‘Mujer, ¡qué grande es tu fe! Que te suceda lo que me pides’. Y en aquel momento quedó curada su hija.PALABRA DEL SEÑOR. GLORIA A TI, SEÑOR JESÚS
¿Qué nos dice el Evangelio?
Queridos todos: Jesús ha abandonado el pueblo de Israel y se ha idocon sus discípulos a la región extranjera de Tiro y Sidón. Tal vez Jesús buscaba darles un poco de descanso a sus discípulos y poderse dedicar a su enseñanza en un ambiente más íntimo, Además, alejándose a un territorio extraño, se vería libre de la persecución y vigilancia sistemática de los fariseos, que lo asediaban para tener de qué acusarlo. Otra razón más de su alejamiento de Israel podría ser el querer que se calmara aquel entusiasmo de la muchedumbre que deseaba proclamarlo Rey después de la multiplicación de los panes.
Habiendo leído hoy el evangelio de San Mateo, y teniendo en nuestras manos el mismo hecho narrado por San Marcos, podemos reconstruir lo sucedido con esta mujer extranjera, cananea, que suplica a Jesús la curación de su hija enferma.
Pensemos, primeramente, en lo que sufre una madre cuando alguno de sus hijos está enfermo. “Mi hija está cruelmente atormentada por el demonio”, le dice ella a Jesús. “Ten piedad de mí”. Si la hija sufría, más estaba sufriendo la madre...
La escena tiene dos momentos. La primera, mientras iban de camino. Ella, como señalan los discípulos, iba “detrás, gritando”. La segunda, al llegar a una casa, que la cananea se les adelanta y se arrodilla ante Jesús.
Llama la atención la forma en que Jesús trata a esta mujer. Por el camino, no le responde nada, a pesar de la intercesión de los discípulos que le piden atenderla. Realmente molesta el pedir con insistencia. Baste recordar el ejemplo del que despertaba al vecino para pedirle un pedazo de pan... Pero Jesús no le hizo el menor caso. Y, cuando se decide a hablarle, sale con una frase aplastante: “Yo no he sido enviado sino a las ovejas perdidas de Israel”. Es algo así como que “no tengo que ver contigo”. Ella es un ejemplo para nosotros de cómo orar. Porque no se dio por vencida, se le puso delante y se le arrodilló diciéndole: “Señor, ayúdame”. Jesús, mediante una imagen, le explica que el Reino debía ser predicado primero al pueblo elegido, el pueblo de Israel: “No está bien echar el pan de los hijos y echárselo a los perritos”. No se trataba de una ofensa seria. Era la forma normal de hablar en Israel que llamaban “perros” a los paganos, por su idolatría. Con todo, el Señor suaviza el término poniéndolo en diminutivo. Y esta mujer vuelve a ser ejemplo para nosotros, esta vez de humildad, de fe sin límites, de una constancia a toda prueba, de no echarse atrás. “Es verdad, Señor –le contesta-, pero también los perritos comen de las migajas que caen de la mesa de los amos”.
El Señor se rinde. Esta madre que sufre acaba de conquistar el corazón de Cristo y provoca uno de los mayores elogios dichos por el Señor y, por supuesto, consigue el milagro. “Grande es tu fe”, le dice el Señor. “Que se haga lo que tú quieres”. Y al instante quedó curada su hija, señala el evangelio. Fue el premio a su perseverancia.
Quizás entre ustedes hay madres que sufren por la enfermedad de alguno de sus hijos. Puede ser una enfermedad física o moral. Y estoy seguro que muchísimas veces le han suplicado al Señor la curación de su hijo. Que les consuele conocer lo que escribió un hijo difícil como fue en un momento de su vida el gran San Agustín. Nos cuenta en el libro de sus Confesiones cómo su madre, Santa Mónica, preocupada por la conversión de su hijo, no cesaba de llorar y de rogar a Dios por él, y tampoco dejaba de pedir a las personas buenas y sabias que hablaran con él para que abandonase sus errores. Un día, el Obispo le dijo estas palabras que tanto la consolaron: “Vete en paz, mujer, pues es imposible que se pierda el hijo de tantas lágrimas”. Más tarde, el propio San Agustín dirá: “Si yo no perecí en el error, fue debido a las lágrimas cotidianas llenas de fe de mi madre”.
Saquemos como conclusión que Dios oye de modo especial la oración de quienes saben amar, aunque alguna vez parezca que guarda silencio. Espera a que nuestra fe se haga más firme, más grande en la esperanza, más confiado el amor. Pide de todos nosotros una mayor humildad. Reconozcamos cuán rápidamente nos movemos cuando nuestra salud corporal se resiente. Y cuán lentamente reaccionamos con las enfermedades de nuestra alma.
Dice Santo Tomás que nuestras peticiones no se dirigen a cambiar la voluntad de Dios, sino a obtener lo que él ya había dispuesto concedernos si se lo pedíamos. Yo, cuando iba por la carretera, le paraba al que me hiciera seña para que lo llevara… Si no me hacía seña, no paraba, y él perdía una oportunidad. Por eso es necesario pedir al Señor INCANSABLEMENTE. También tenemos que pedir a otras personas que recen por nosotros. Dice también Santo Tomás que una de las razones por las que Jesús no respondiera enseguida a los llamados de la mujer cananea era porque quería que los discípulos intercedieran por ella. “Es preciso orar siempre, sin desfallecer”, enseñó Jesús.
Sigamos el ejemplo de esta mujer cananea, humilde, confiada y perseverante en su oración.
Canto: Tu fidelidad es grande
UNA ENSEÑANZA PARA SU VIDA
Queridos oyentes: Escuchemos una enseñanza más para el día de hoy. Se trata de una reflexión sobre la verdadera riqueza. Les comparto que, al leerla por primera vez, mi pensamiento voló hacia las montañas de Guantánamo, tierra de la que fui Obispo durante 10 años. En esas montañas conocí a gente muy pobre, pero que yo afirmaba que eran más felices que nosotros, porque el aire que respiraban era puro y el agua que tomaban era de bellos manantiales. No tenían celular y no sufrían, como yo, cuando se me rompía la computadora, porque ellos no tenían computadora. Escuchemos este relato con atención, y apliquémoslo a nuestras vidas. Preguntémonos si somos ricos o pobres…
UNA ENSEÑANZA PARA SU VIDA (MÚSICA)
DEBEMOS APRENDER A DESCUBRIR DÓNDE ESTÁ LA VERDADERA RIQUEZA
YO CONFIESO...
Queridos oyentes: Quiero hoy invitarlos a hacer esta sincera oración con la que le pedimos al Señor su misericordia. Todos somos pecadores y todos debemos pedir perdón a Dios y a nuestro prójimo. Rezaré despacio esta oración para que ustedes la puedan ir repitiendo.
Yo confieso así, sin tapujos ni rodeos, ante Dios todopoderoso ante el cual no hay nada oculto y ante ustedes, hermanos, ante quienes también soy culpable y responsable, que he pecado mucho, así, tal como suena, que soy peor de lo que parezco, y cuando me juzgan mal se quedan cortos, pues he pecado de todas las maneras posibles de pensamiento, palabra, obra y omisión y no echo la culpa a nadie porque ha sido siempre por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa; pero estoy sinceramente arrepentido, tanto que voy a reparar mis pecados cuanto antes y de la manera más plena posible. Ahora bien, veo que necesito toda la bondad de Dios para merecer el perdón y toda su fuerza para rehacer mi vida: por eso ruego a Santa María Virgen, a los ángeles, a los santos y a ustedes, hermanos, que rueguen por mí ante Dios, nuestro Señor.
LA PREGUNTA DE HOY
Hace unas semanas, en la Misa del domingo, recibieron el Sacramento de la Confirmación 18 hermanos. Por problemas del audio no pude escuchar las oraciones hechas por el arzobispo. Pudieran decirlas aquí.
Querido oyente: Permítame explicarles a los demás qué son los Sacramentos y concretamente qué es la Confirmación. Los Sacramentos de la Iglesia son signos sensibles, instituidos por Jesucristo, para comunicarnos la gracia o vida de Dios. Son los medios de salvación que Jesucristo dejó en la Iglesia para sus hijos, y son siete: Bautismo, Confirmación, Penitencia o Confesión, Eucaristía, Unción de los Enfermos, Orden Sacerdotal y Matrimonio. La Confirmación, junto con el Bautismo y el Orden Sacerdotal se reciben una vez en la vida. La Confirmación nos hace madurar como cristianos, nos perfecciona como persona humana, y nos hace mejores templos del Espíritu Santo. Es un sacramento por el que, con la unción del santo Crisma hecha en la frente con la mano del arzobispo, y las palabras prescritas, se concede a los bautizados el Espíritu Santo para creer firmemente, ser testigos de Cristo con las palabras y las obras, y defender la fe que recibimos en nuestro bautismo.
Usted seguramente vio el momento en que los que se iban a confirmar fueron llamados por su nombre y respondían PRESENTE. También recordará el momento en que todos ellos, junto con sus hermanos de la Comunidad, renovaron sus promesas bautismales. Llegó, entonces, el momento en el que el arzobispo, impone las manos sobre los que van a ser confirmados. Ésta es la oración que Él hizo y Usted no pudo escuchar bien:
“Dios todopoderoso, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que has hecho nacer de nuevo a estos hijos tuyos por medio del agua y del Espíritu Santo, librándolos del pecado: escucha nuestra oración y envía sobre ellos al Espíritu Santo Consolador, espíritu de sabiduría e inteligencia, espíritu de consejo y de fortaleza, espíritu de ciencia, de piedad y de tu santo temor. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
Luego, al llegar el momento en que los elegidos son ungidos en la frente con el Oleo perfumado del Santo Crisma, el arzobispo dijo a cada uno, mencionando su nombre: “Recibe por esta señal el don del Espíritu Santo”. Y el elegido responde: “Amén”. Luego el arzobispo añade, volviendo a decir el nombre del ahora confirmado: “La paz sea contigo”. Y el confirmado responde: “Y con tu espíritu”.
PADERE NUESTRO
Como en cada domingo, los invito a continuación a rezar la oración que el mismo Cristo nos enseñó, el Padrenuestro:
Padre nuestro que estás en el Cielo
santificado sea tu Nombre
venga a nosotros tu Reino
hágase tu voluntad
en la tierra como en el Cielo
danos hoy nuestro pan de cada día
perdona nuestras ofensas
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden
no nos dejes caer en la tentación
y líbranos del mal.
Amén.
AVEMARÍA
También pedimos la protección maternal de la Virgen de la Caridad rezando el Avemaría: DIOS TE SALVE, MARÍA…Dios te salve María
llena eres de Gracia
el Señor es contigo
Bendita tú eres entre todas las mujeres
y Bendito es el fruto de tu vientre: Jesús.
Santa María Madre de Dios
ruega por nosotros pecadore
ahora y en la hora de nuestra muerte.
Amén.
DESPEDIDA
Solo me resta darles la bendición de Dios y pedir la intercesión de la Virgen. A ella le pido que consiga muchas bendiciones de Dios para cada uno de sus hijos cubanos, los que estamos aquí y los camagüeyanos que viven o trabajan en otros países. Que la Madre de Cuba proteja también a nuestros hermanos de otras religiones y a los que no tienen ninguna. Que la Virgen inspire a las autoridades del país para que todas las decisiones que tomen tengan la bendición de Dios y sean siempre para el bien de nuestro pueblo. Que Ella cuide de manera especial a los niños, ancianos, presos, enfermos, a los que viven solos, a los que se sienten tristes o abandonados, y a los que se alejaron de la Iglesia y quieren volver a ella pero no saben cómo hacerlo. Inclinen sus cabezas, por favor.
Que Jesucristo, el Señor, esté siempre a su lado para defenderlos. AMÉN. Que él vaya delante de ustedes para guiarlos y detrás de ustedes para protegerlos. AMÉN. Que él vele por ustedes y los sostenga. AMÉN. Y que la bendición de Dios Todopoderoso: Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre ustedes y sus familias y los acompañe hoy y siempre. AMÉN.
Dios mediante, y micrófono por medio, nos veremos el próximo domingo a las 9 de la mañana y por esta Emisora Provincial.
¡QUE TENGAN UNA BUENA SEMANA!
Canto: Te alabaré